Tu piel no cabe hoy en mis manos

Si tú supieras
que yo nazco de nuevo
allí donde tú te demoras,
donde tu mirada limpia me acoge,
donde tu serena tierra me espera.
Si tú supieras
que yo camino suavemente
hacia donde tu aliento me convoca.
Me urges a habitar tus esquinas,
esos patios donde hoy pasea mi alma
y con ella, mi boca.
Si tú supieras
qué urgentemente
me vas dictando
este poema.
Tu piel no cabe hoy en mis manos.
Como arena de un mágico desierto
invade esta noche, tan de repente,
como invade el espacio
-tan vacío y oscuro-
la mirada del búho.
Y quisiera morir tan en tus manos,
tan en tu boca,
tan suavemente,
tan en tu abrazo…
Déjame rodearte, cercarte
y socorrerte.
Déjame acercarte a la muerte.
Abandónate de nuevo
y déjame
-de nuevo-
vencerte.
noviembre de 2007

Éste es el resultado de un intento fallido: cumplir el encargo de escribir un poema erótico (versos húmedos, dijimos). No ha sido nunca mi estilo y está bien intentar todo. Un poema erótico debe mantener -creo- un difícil equilibrio entre lo soez y lo cursi (discutíamos Loli, Jota, Alberto y yo el otro día). Después de intentarlo, terminé quitando, limando, puliendo... según mi gusto y quedó esto que os he dejado. Un poema de amor.