martes, septiembre 19, 2006

El azar o interfiriendo en el destino














La foto está tomada de YaTV.com y pertenece
a la película Smoking room de Julio D. Wallovits
y Roger Gual.


El primer diálogo de la película smoking room (una estupenda película) es uno de mis favoritos. Brillante como todos los que dan cuerpo al guión, éste se sale de la trama fundamental que plantea la película (la mediocridad humana, la cobardía, la falsedad...) y nos sitúa ante un asunto que el resto de la película no desarrolla. Quizá por eso me llama la atención este primer diálogo (toda la película es una secuencia de diálogos perfectos), quizá porque el azar es algo que siempre me ha inquietado profundamente, como siempre me inquietó esa canción de Silvio Rodríguez, Causas y azares, que comienza: “Cuando Pedro salió a su ventana, no sabía mi amor, no sabía, que la luz de esa clara mañana era luz de su último día. Y las causas lo fueron cercando...” Creo que Silvio habla de lo mismo. El modo en el que el azar, las casualidades, están controlando, marcando, escribiendo nuestras vidas. Ese azar que repta entre nosotros y nos va dando forma.


El diálogo al que me refiero y en el que -según mi criterio- se plantea el poder del azar, las múltiples interferencias en nuestro destino... tiene lugar entre dos compañeros de trabajo en una empresa. Uno le cuenta al otro una situación que tuvo lugar el día anterior, en un garaje, cuando él iba con su mujer. El garaje está casi vacío y al pasar al lado de uno de los coches, Ana –la mujer del que cuenta la anécdota- ve un papel en el parabrisas. Parecía una promoción publicitaria, pero no lo era. Coge el papel y lee: Estás solo... Llámame (y un número de teléfono). Pensaron que era algo religioso, lo iban a tirar al suelo, pero Ana decidió engancharlo en el parabrisas de otro coche. En este momento este personaje pregunta al que le escucha: “¿no te dice nada eso? Ábrete un poco. En ese momento me dije: oye, acabamos de cambiar el destino de una persona... de dos personas...” El diálogo es mucho más jugoso pero creo que la esencia podría ser ésta. ¿Qué proporción de azar nos ha traído hasta dónde estamos? ¿De qué otros cientos de maneras posibles podría haberse dibujado nuestra vida, si hubiéramos ido a aquel lugar al que en el último momento decidimos no ir, ni no hubiéramos conocido a tal o cual persona, si en lugar de trabajar en esta empresa hubiéramos decidido hacerlo en otra...?

Las reflexiones sobre el azar sólo toman cuerpo en las catástrofes. La mañana del 11-M Marcos cogió de un modo descuidado su taza derramando el café sobre los pantalones. Y salió tarde de casa. Simplemente perdió el metro. Pero Marcos podrá buscar trabajo, y tendrá hijos... porque aquella mañana derramó una taza de café. Siempre hay alguien como Marcos en cada minuto de cada uno de nuestros días. Muchas veces, nosotros mismos.