lunes, febrero 26, 2007

Negro, blanco... verde



Sintético el paisaje. Esencial. Vestido de piedra, de negro picón. Revestido de sol, retocado por agua. Agotadora la planicie, reino del aire. Esforzada la belleza de los cactus. Generosos los alisios. La corteza intratable. Y la vida, tenaz, se abre paso hasta el asombro. Soledad, quietud y silencio. Ese sosiego que conecta con la oquedad, con el mismísimo centro. Dije que vendría hasta aquí contigo. Aliados los alisios. Mineral, planicie, infierno, viento. Y esa difícil belleza de la piedra cuando es solo piedra. Nadie se despereza. Jardines inventados, maquillados. En la noche, los últimos lagartos se trenzan manteniendo la huella química de la vida. Como avaros vulnerables, los cactus se abren sólo a la oscuridad para evitar perder lo acumulado; arrancando, como los líquenes, el sabor a la roca desnuda. Asombro ante la brusca y azul belleza de la carraca. Dije que vendría hasta aquí.


Febrero de 2007

3 Comments:

Blogger El detective amaestrado said...

La belleza que genera esa isla trastorna, aturde los sentidos. Afortunadamente, tú supiste sacar provecho de ese magma de ideas y trasladarlo con tu magia habitual al terreno de las palabras.
Que suerte que estés por aquí, que suerte que cumplieras tu palabra

7:39 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Fantástico el texto que consigue evocar mis recuerdos.Qué lúcido ver a los alisios generosos y aliados, qué hermosa la corteza intratable, la planicie, el infierno, casi el centro de la tierra.qué hermoso que lo escribas.

12:15 p. m.  
Blogger Mariadolcas said...

Ufff!!! asombroso, Alas, describes un paisaje que estremmece por su severa belleza, mucha fuerza en "revestido de sol,retocado por agua, agotadora planicie, reino del aire". Me gusta mucho, de verdad.
Con esto de los cambios obligados en el blog,estaba un poco remolona y hacía tiempo que no te leía. Pasaré más a menudo. Merece la pena.

1:09 a. m.  

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