miércoles, febrero 21, 2007

El ruido de sus zapatos

Eran las ocho. Habíamos quedado en el Trisquel. Habíamos pedido lo de siempre, uno con leche y un cortado. Yo tenía muchas cosas que contarte. Entró un tipo vendiendo; llamaba la atención por lo alto, por el colorido de su ropa y, sobre todo, por un injustificado gorrito que, con estos calores, llevaba calado hasta las orejas. Yo te hablaba y tardé en verlo. Me fijé en él sólo cuando oí sus zapatos; hacían ruido cuando cambiaba de dirección. Inexplicablemente una señora sentada a nuestra izquierda decidió irse después de tomar el primer sorbo de café. Él se acercó a nosotros y yo le dije el no gracias de rigor con una mirada rápida, realmente sin mirarle. Él giró educadamente sobre sí mismo, también -supongo- con el gesto acostumbrado. De nuevo, le chirriaron los zapatos. Un manotazo del bebé de la mesa de al lado tiró el servilletero metálico al suelo. Algunos nos sobresaltamos, tú sonreíste al ver mi cara, el bebé rompió a llorar. Él, a pesar de llevar brazos y manos llenos de objetos y bolsas, se agachó para cogerlo. Tardó en recomponer la postura porque el peso le desequilibró. El sobre del azúcar quedó a medio rasgar entre mis dedos. La madre cogió el servilletero y no encontró voz con la que darle las gracias. Al agacharse todos pudimos ver su espalda blanca.

6 Comments:

Blogger Víctor Álvarez said...

De hecho cuando un hombre negro tiene éxito, en el deporte o en otro ámbito, los blancos ya no ven a un hombre negro, ya no ven a nadie diferente.
De igual modo, cuando este hombre hizo un gesto bueno, de éxito en ese pequeño contexto, para el resto ya no era ese negro que molestaba vendiendo discos, ya era más parecido a todos, ya era blanco.

12:32 a. m.  
Blogger Txe Peligro said...

minimalismo!!!!!!!

12:01 p. m.  
Blogger ágatas, cueros y cristales said...

¿metáfora de la aceptación? No era ésa mi intención pero puede ser otra lectura.

1:56 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Mi atención se ha ido a otros puntos: a esa persona que toma un primer sorbo de café y que, inexplicablemente, decide irse (?) o el porqué del ruido de los zapatos. Sería una escena cotidina si no fuera por esos dos puntos citados y el que aparece en la última frase: la espalda blanca de alguien que (en el texto no se dice) suponemos negro (por qué lo suponemos??).
Son esos puntos a los que el lector -a medida que lee- intenta dar explicación.

12:52 p. m.  
Blogger El detective amaestrado said...

Describir situaciones así, cotidianas, y hacerlas llegar no es tarea fácil, pero tú lo consigues con creces...

7:12 p. m.  
Blogger ágatas, cueros y cristales said...

Para el relato es indiferente si él se agacha para recoger el servilletero, para coger una moneda o, simplemente, para atarse los zapatos. No había significado en esa ayuda.

12:23 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home