domingo, noviembre 19, 2006

Mensaje en las alas negras del ostrero














El ostrero. Esa ave que ha dado nombre a mi blog.
La foto está tomada de avesibericas.iespana.es


El mar sin nadie.
Nadie en la playa.
Difícil tropezar
pero tropiezo.
El vacío se abraza a mis tobillos
y me tumba.

Cerca se deja ver
la negra silueta de un ostrero.
Y yo, como poseída por un narcótico
le observo partir en dos,
con sus rosadas patas,
algo gelatinoso.
Ambas partes se mueven y se retuercen
desorganizadas
como un manojo de dolor.

La aridez del salitre en los dedos de mis pies.
Las olas van y vienen
cambiando el agua de lugar
como yo cambio de lugar la pena.

El grito grosero del ave informa
que alguien,
sin saberlo,
ha muerto.
Hago un breve movimiento
y el ostrero huye como un escandalizado.
Sólo queda el frío de la noche,
el frío de la vida.
Y en la playa...
nadie.


Asun Monsalve
Junio de 2006

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

En mitad de la mañana, en medio de una mañana de trabajo, te visito.
y me encuentro con esto tan hermoso: con la evidencia -vivida pero no reflexionada- de que el dolor es sobre todo DESORGANIZADO:
"desorganizadas
como un manojo de dolor."
Y CAMBIANTE:
"Las olas van y vienen
cambiando el agua de lugar
como yo cambio de lugar la pena."

Que es también frío ya lo sé.

12:31 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Siempre me deleito con la belleza de los reinos de los que hace gala la naturaleza.
El escrito le adorna con mucho tino.
Saludos

7:28 a. m.  
Blogger ágatas, cueros y cristales said...

Ni uno más: los ecos que me llegan de tus palabras, de tu modo de comentar... me dan razones para sospechar que tu presencia es para mí muy conocida, perdida y ahora recuperada.Intuyo que es el Atlántico quien te acompaña y matiza tus emociones. ¿Sí?
Pero vengan de donde vengan, tus palabras, tus visitas, son bienvenidas.


Bienvenido también, Marcos.
Asun

12:25 p. m.  

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