jueves, octubre 18, 2007

Mi eje de rotación


Abejaruco común*


Desde que llegaste a mi costado
encontraste la parte más fértil
de mi sueño.
Tú, lo más asombroso,
lo más irrenunciable.
Fuiste tú el que llegaste
a la hora de los búhos.

Tú, el rojo de mis labios,
en mi calendario tú la fiesta,
la bisectriz de mis cuadros,
el arco iris de mi tormenta.
El sonido de mi tiempo, tú.
La calma de mi galerna.
El amarillo brillante
del abejaruco, tú.

Y en el fondo de tus ojos
esa rosa de los vientos
que visito si me pierdo
en corrientes turbulentas.
Hoy te siento como siente
el eje de rotación la Tierra.

Lánzate ahora a la vida
-y luego a la muerte-
con la mirada despierta.

Asun Monsalve
octubre de 2007




* La foto del abejaruco es de Ángel Pulido Domínguez. Muchísimas gracias. Es un lujo.

lunes, octubre 01, 2007

¡Ah de la casa!


Perdón, ¿hay alguien por ahí? He tardado demasiado. Lo sé. Ya no hay nadie en las esquinas de este pequeño espacio. Sabía que éste sería el precio. Ahora tengo miedo de volver a entrar y encontrarme sola.

Hablemos hoy de caminos y trayectorias; de regresos imposibles. Los viajes, los retornos, los trayectos por los que trazamos nuestro destino. La vida, en fin, llena de bifurcaciones en las que nos embarcamos en unas u otras direcciones vitales. A veces conscientes; a veces no.


VIAJES Y RETORNOS

Hay viajes que caducan antes de comprar el mapa,
que se agotan en la espuma de los brindis.
Caminos con vocación de regreso,
que languidecen después del vaivén de las primeras curvas.

Hay viajes que tragan, voraces, los segundos
y otros te escupen a la cara el tiempo.
Trayectos turbios, demasiado torcidos para ser verdad,
demasiado dolorosos para ser mentira.

Hay viajes que nacen con formas y hechuras de recuerdo,
pasos en falso, rumbos errados, torcidos, a los que vamos
sin un buen par de calcetines para el camino.
Huidas precipitadas, sin carta de navegación
en las que zarpamos sin comprobar depósito ni destino.

Hay trayectos breves como una esquina
en los que ya no es posible virar el timón.
Hay viajes para los que nunca habrá combustible adecuado.
Pensados, hablados, no pisados ni vividos,
porque no tienen fin, ni regreso, ni sentido.


Asun Monsalve
septiembre de 2007

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